José María Gris, de Cuarte de Huerva
AQUEL DÍA
El día sigue tranquilo, se asemeja al de ayer y al de otros días, hoy todavía no he oído esa musiquilla lejana que me acompaña de vez en cuando, pero si algunas voces como cuando hay una celebración o una reunión con mucha gente.
Yo sigo aquí con poca claridad, espero que no se hayan olvidado de mí, supongo que no, ya que algunas veces me hablan y me dicen cosas.
Creo que ya empiezo a acostumbrarme a esta situación aunque me gustaría que algún día cambiara.
Acabo de sentir como un escalofrío y empiezo a estar algo incómodo es como si estuviera temblando, pero no, el temblor es general. ¿Qué debe estar pasando?
La curiosidad me invita a intentar moverme para saber que ocurre, sigo pensando que si pasara algo no se olvidarán de mí.
Sigo adelante, ahí parece que hay algo más de claridad y oigo hablar, a ver si veo algo y me entero que pasa.
A medida que avanzo lentamente la intensidad de las voces son cada vez más altas y noto que todo se sigue moviendo ¿será un terremoto? si lo fuera, no se que debo hacer, ya me dirán.
Acompañado por estos sonidos, que cada vez son más fuertes, sigo adelante.
La claridad sigue aumentando y aumentando, de repente un destello de luz como si fuera un flash me hace cerrar los ojos de forma instantánea, mientras intento recuperar la visión noto que alguien me está cogiendo, me han visto, pero que pasa, creo que me está golpeando.
¡Huy, huy! me esta haciendo daño, no se que hacer, lo único que se me ocurre es ponerme a llorar.
Una voz muy cercana dice: ¡Es un niño!
Acabo de nacer.
Comentarios
Publicar un comentario