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CONSEGUIDO EL PRIMER RETO LITERARIO

"JAMÁS PENSE QUE PUDIERA DOLER TANTO..."



El aula de adultos de Cosuenda ha culminado con éxito su primer desafío literario del curso, invitando a las alumnas a explorar sus capacidades narrativas a través de un reto creativo. La consigna era simple pero desafiante: cada relato debía iniciarse con la evocadora frase "Jamás pensé que pudiera doler tanto".

Esta propuesta literaria no solo busca desarrollar habilidades de escritura, sino también fomentar la expresión personal, la creatividad y la capacidad de transmitir emociones profundas a través de las palabras.

Los relatos resultantes representan un valioso ejercicio de introspección y narración, donde cada participante ha vertido sus experiencias, imaginación y sensibilidad. La frase inicial actúa como un punto de partida común, pero cada historia se despliega de manera única, revelando la diversidad narrativa y la distinta perspectiva de las participantes.

Escúchalos aquí:

RELATO 1

RELATO 2

RELATO 3

RELATO 4

RELATO 5

RELATO 6

RELATO 7

RELATO 8

RELATO 9

Léelos aquí:

Jamás pensé que pudiera doler tanto un momento así. Cuando era pequeña, iba con mi amiga a encender la estufa de colegio. Por el camino, yo iba comiendo, cuando de repente me atraganté con un trozo de chorizo, pero mi amiga me vio tan mal, que me cogió por la tripa y así pude expulsarlo. Doy gracias porque ella me salvó la vida. Yo creía que me moría allí. Hoy puedo decir que gracias a ella estoy viva.

ANA


Jamás pensé que pudiera doler tanto un pisotón. Una mañana iba caminando por la acera. Llovía moderadamente, cuando me vi arrollada por un viandante que en su huida me dio un pisotón en el dedo meñique del pie. Yo cerré el paraguas y a modo de arma me lié con el desconsiderado, que vino a ser un ladrón que huía con el botín. A este, lo arrestaron al perder pie y caer espatarrado en el suelo. La policía me felicitó ante tamaño arrojo por mi parte. Yo gritaba, jamás pensé que pudiera doler tanto, aunque alivié bastante el dolor cuando me entregaron una recompensa y con parte del botín, me compré un buen paraguas con el que deshacer nuevos entuertos.

BEGOÑA


Jamás pensé que pudiera doler tanto la palabra: cáncer. Había irrumpido en nuestras vidas sin previo aviso, a lo traidor. No imaginábamos que a nosotros, nos iba a pasar y no sé porqué, es un mal muy generalizado y le puede tocar a cualquiera. Pero en nuestra vida, parecía que no tenía cabida. Y por eso se vengó y de qué manera.

Teníamos una vida placentera, con inquietudes y proyectos. Se truncó. Teníamos dos opciones: hundirnos y así nos ganaba la enfermedad, o asimilarlo y seguir para adelante, dentro de las limitaciones. Elegimos lo último. Nos refugiamos en distraernos con cosas sencillas, eran las que nos estaban permitidas, como ir al cine, sentarnos en una terraza al sol, disfrutar de la familia y los amigos y sobre todo, la lectura. Esa ha sido la mejor de las terapias, porque mientras vives la historia de los personajes del libro, te evades del drama que tienes en casa. La vida es bonita y hay que vivirla, porque nunca sabes, lo que el destino te tiene deparado.

BLANCA


Jamás pensé que pudiera doler tanto el perderme el comienzo de la Navidad. Cuando fui al aeropuerto de Barcelona para pasar las fiestas con mi familia, de pronto, al terminar de bajar las escaleras mecánicas, me caí y me partí la pierna en tres trozos. ¡Dios, qué dolor! ¡Ayuda, ayuda! – grité. Vino gente y todos me dijeron que me quedase quieta hasta que viniese la ambulancia. Me llevaron al hospital de San Pau de Barcelona y allí estuve ingresada una semana, era 22 de diciembre. Pero lo que más me dolía, no era la pierna, era no poder estar con mi familia en plena época navideña. Ya por fin, el 28 de diciembre, me dieron el alta y mi hermano vino a recogerme en una furgoneta. Por fin, pudimos celebrar la Navidad todos juntos y así también, mejoró el dolor de mi pierna porque estaba con mi familia.

CRIS


Jamás pensé que pudiera doler tanto la muerte de un periquito. Estuvo en la familia cinco años. Le llamábamos cariñosamente de nombre Perico. Era verde, hermoso y juguetón. Se ganaba el cariño de todos. Además de todo eso, mi madre y yo estuvimos una semana enseñándole a decir Perico. Una vez que aprendió, casi parecía una persona hablando, no callaba. Excepto cuando se echaba alguna siesta o nos íbamos todos a dormir. Tenía dos salidas, una después de comer y otra después de merendar, y ya te podías preparar si no lo sacabas, la algarabía que montaba.

A los cinco años, una tarde me dejaron sola, le abrí la puerta y no quiso salir, lo cogí en mis manos y lo tuve un buen rato. Cuando lo fui a dejar, no quería, pero lo metí y me extrañé. Cuando volvió mi madre se lo conté todo y ella me dijo que se estaba muriendo. ¡Qué dolor! ¡Qué angustia me entró y qué lloros! A la semana siguiente, había muerto. Está enterrado en el corral, en una cajita de jabón. Me dolió mucho su muerte y me costó superarla.

CRISTINA


Jamás pensé que pudiera doler tanto la tripa. Esto pasó cuando nació mi chico. Fui al hospital porque ya había cumplido y no tenía dolores, pero me miraron muchísimo y me dijeron que tenía que quedarme hospitalizada. Se me cayó el cielo encima. Estuvieron dos días mirándome mucho hasta que decidieron que tenía que ser cesárea, que yo no podía dar a luz por mí sola y que el bebé era grande. Bueno pues, no me enteré de nada, pero luego al andar, casi no podía de lo que me tiraban las grapas y lo peor fue el momento baño, no podía ir de dolores de tripa que tenía. Al final fui y poco a poco empecé a caminar mejor, pero estuve 11 días ingresada.

FINA


Jamás pensé que pudiera doler tanto lo que me pasó. Cuando tenía 28 años pasé por una situación dura, tuve un embarazo extrauterino. Estos embarazos no llega ninguno a término, no pasan de los tres meses, o te operan o se rompe la trompa provocando una hemorragia interna, que es lo que me pasó a mí.

Yo estaba embarazada y tenía muchos dolores al caminar. Ese día estuve en la visita en el ginecólogo en Zaragoza y todo estaba bien, según él. Por suerte, no me subí al pueblo directamente, como mi abuela vivía en Zaragoza nos quedamos a comer en su casa. Yo cada vez me encontraba peor, no tenía gana de comer. Y mi tío, decidió llevarme al hospital. Entré muy grave por la hemorragia interna que me provocó la rotura de la trompa y no sabían si saldría de la operación. Gracias a Dios salí y mi mayor alegría, fue cuando al cabo de 15 días volví a casa y mis hijos que eran pequeños, 4 y 2 años, se vinieron corriendo hacia mí.

LOURDES


Jamás pensé que pudiera doler tanto lo que me pasó. Cuando iba a nacer mi hijo, me dijeron que si era el parto de la burra, porque para ellos llevaba más de nueve meses y no nacía. Para mis cuentas, solo pasó una semana. Cuando nació mi hijo no tuve dolores y todo fue bien. Pero cuarenta días después, tuve una hemorragia. Me quedé en casa. Al día siguiente el médico del pueblo me dijo que era un aborto. Yo le dije que no podía ser. La situación continuó, tenía que sacarme los coágulos yo, hasta que bajé a Zaragoza y me hicieron un legrado. A pesar de los trozos de placenta que me sacaron durante el parto, me dejaron algunos dentro y eso fue lo que provocó la hemorragia de sangre, porque se habían coagulado dentro. Perdí más de dos millones de glóbulos rojos, estuve a punto de cangrenarme.

PAQUITA


Jamás pensé que pudiera doler tanto una caída. Ese día fui a la gimnasia tan contenta, estábamos jugando con pelotas, pasándolas de lado a lado unas a otras, una de las pelotas me llegó muy a la izquierda y al ir a cogerla… caí de golpe contra el suelo, pensé que se me había partido la cadera. Sentía un dolor enorme, como si me clavaran cuchillos. Fueron a buscar a la doctora que no quería subir, al final vino, me dijo que no llevaba nada roto, pero yo sentía un dolor enorme y tuvieron que llamar a la ambulancia. Al final tenía la pelvis rota, lo bueno que no tenían que operar, lo malo que tenía que estar un mes sin moverme. El calvario fue de campeonato, no podía ni moverme de lado, nada. En cuanto pude, trate de ir al baño, la recuperación fue larga y dolorosa, pero afortunadamente, quedé bien.

TERESA


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