"JAMÁS PENSE QUE PUDIERA DOLER TANTO..."
Léelos aquí:
Jamás pensé que pudiera doler tanto un momento así.
Cuando era pequeña, iba con mi amiga a encender la estufa de colegio. Por el
camino, yo iba comiendo, cuando de repente me atraganté con un trozo de
chorizo, pero mi amiga me vio tan mal, que me cogió por la tripa y así pude
expulsarlo. Doy gracias porque ella me salvó la vida. Yo creía que me moría
allí. Hoy puedo decir que gracias a ella estoy viva.
ANA
Jamás pensé que pudiera doler tanto un pisotón. Una
mañana iba caminando por la acera. Llovía moderadamente, cuando me vi arrollada
por un viandante que en su huida me dio un pisotón en el dedo meñique del pie.
Yo cerré el paraguas y a modo de arma me lié con el desconsiderado, que vino a
ser un ladrón que huía con el botín. A este, lo arrestaron al perder pie y caer
espatarrado en el suelo. La policía me felicitó ante tamaño arrojo por mi
parte. Yo gritaba, jamás pensé que pudiera doler tanto, aunque alivié bastante
el dolor cuando me entregaron una recompensa y con parte del botín, me compré
un buen paraguas con el que deshacer nuevos entuertos.
BEGOÑA
Jamás pensé que pudiera doler tanto la palabra: cáncer. Había irrumpido en nuestras vidas sin previo aviso, a lo traidor. No imaginábamos que a nosotros, nos iba a pasar y no sé porqué, es un mal muy generalizado y le puede tocar a cualquiera. Pero en nuestra vida, parecía que no tenía cabida. Y por eso se vengó y de qué manera.
Teníamos una vida placentera, con inquietudes y proyectos. Se truncó. Teníamos
dos opciones: hundirnos y así nos ganaba la enfermedad, o asimilarlo y seguir
para adelante, dentro de las limitaciones. Elegimos lo último. Nos refugiamos
en distraernos con cosas sencillas, eran las que nos estaban permitidas, como
ir al cine, sentarnos en una terraza al sol, disfrutar de la familia y los
amigos y sobre todo, la lectura. Esa ha sido la mejor de las terapias, porque
mientras vives la historia de los personajes del libro, te evades del drama que
tienes en casa. La vida es bonita y hay que vivirla, porque nunca sabes, lo que el destino te tiene
deparado.
BLANCA
Jamás pensé que pudiera doler tanto el perderme el
comienzo de
CRIS
Jamás pensé que pudiera doler tanto la muerte de un periquito. Estuvo en la familia cinco años. Le llamábamos cariñosamente de nombre Perico. Era verde, hermoso y juguetón. Se ganaba el cariño de todos. Además de todo eso, mi madre y yo estuvimos una semana enseñándole a decir Perico. Una vez que aprendió, casi parecía una persona hablando, no callaba. Excepto cuando se echaba alguna siesta o nos íbamos todos a dormir. Tenía dos salidas, una después de comer y otra después de merendar, y ya te podías preparar si no lo sacabas, la algarabía que montaba.
A los cinco años, una tarde me dejaron sola, le abrí la
puerta y no quiso salir, lo cogí en mis manos y lo tuve un buen rato. Cuando lo
fui a dejar, no quería, pero lo metí y me extrañé. Cuando volvió mi madre se lo
conté todo y ella me dijo que se estaba muriendo. ¡Qué dolor! ¡Qué angustia me
entró y qué lloros! A la semana siguiente, había muerto. Está enterrado en el
corral, en una cajita de jabón. Me dolió mucho su muerte y me costó superarla.
CRISTINA
Jamás pensé que pudiera doler tanto la tripa. Esto pasó
cuando nació mi chico. Fui al hospital porque ya había cumplido y no tenía
dolores, pero me miraron muchísimo y me dijeron que tenía que quedarme
hospitalizada. Se me cayó el cielo encima. Estuvieron dos días mirándome mucho
hasta que decidieron que tenía que ser cesárea, que yo no podía dar a luz por
mí sola y que el bebé era grande. Bueno pues, no me enteré de nada, pero luego
al andar, casi no podía de lo que me tiraban las grapas y lo peor fue el momento
baño, no podía ir de dolores de tripa que tenía. Al final fui y poco a poco
empecé a caminar mejor, pero estuve 11 días ingresada.
FINA
Jamás pensé que pudiera doler tanto lo que me pasó. Cuando tenía 28 años pasé por una situación dura, tuve un embarazo extrauterino. Estos embarazos no llega ninguno a término, no pasan de los tres meses, o te operan o se rompe la trompa provocando una hemorragia interna, que es lo que me pasó a mí.
Yo estaba embarazada y tenía muchos dolores al caminar.
Ese día estuve en la visita en el ginecólogo en Zaragoza y todo estaba bien,
según él. Por suerte, no me subí al pueblo directamente, como mi abuela vivía
en Zaragoza nos quedamos a comer en su casa. Yo cada vez me encontraba peor, no
tenía gana de comer. Y mi tío, decidió llevarme al hospital. Entré muy grave
por la hemorragia interna que me provocó la rotura de la trompa y no sabían si
saldría de la operación. Gracias a Dios salí y mi mayor alegría, fue cuando al
cabo de 15 días volví a casa y mis hijos que eran pequeños, 4 y 2 años, se
vinieron corriendo hacia mí.
LOURDES
Jamás pensé que pudiera doler tanto lo que me pasó.
Cuando iba a nacer mi hijo, me dijeron que si era el parto de la burra, porque
para ellos llevaba más de nueve meses y no nacía. Para mis cuentas, solo pasó
una semana. Cuando nació mi hijo no tuve dolores y todo fue bien. Pero cuarenta
días después, tuve una hemorragia. Me quedé en casa. Al día siguiente el médico
del pueblo me dijo que era un aborto. Yo le dije que no podía ser. La situación
continuó, tenía que sacarme los coágulos yo, hasta que bajé a Zaragoza y me
hicieron un legrado. A pesar de los trozos de placenta que me sacaron durante
el parto, me dejaron algunos dentro y eso fue lo que provocó la hemorragia de
sangre, porque se habían coagulado dentro. Perdí más de dos millones de glóbulos
rojos, estuve a punto de cangrenarme.
PAQUITA
Jamás pensé que pudiera doler tanto una caída. Ese día fui
a la gimnasia tan contenta, estábamos jugando con pelotas, pasándolas de lado a
lado unas a otras, una de las pelotas me llegó muy a la izquierda y al ir a
cogerla… caí de golpe contra el suelo, pensé que se me había partido la cadera.
Sentía un dolor enorme, como si me clavaran cuchillos. Fueron a buscar a la
doctora que no quería subir, al final vino, me dijo que no llevaba nada roto,
pero yo sentía un dolor enorme y tuvieron que llamar a la ambulancia. Al final
tenía la pelvis rota, lo bueno que no tenían que operar, lo malo que tenía que
estar un mes sin moverme. El calvario fue de campeonato, no podía ni moverme de
lado, nada. En cuanto pude, trate de ir al baño, la recuperación fue larga y
dolorosa, pero afortunadamente, quedé bien.
TERESA
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